En la vida hay tatuajes que son para siempre, y otros que no lo son como los de un rotulador, que si le das fuerte aunque te quede roja la piel se van, se borran, ya no quedan pruebas de que ahí una vez hubo algo. Y como me gustaría clasificar el dolor entre este tipo de tatuajes, pero no, no puedo, el dolor por amor, por alguien que no te supo amar, que no te supo querer, que no se molestó ni en dar la cara, ni en decirte lo que sentía por muy malo que fuera, ese tipo de dolor es como los tatuajes de verdad por llamarlos de alguna manera, es como esos, por mucho que te los intentes quitar no se van, quedan marcados, grabados en tu corazón como cosas que pasaron y que en un momento dado puede volver a salir estropeando un momento, un nuevo sentimiento.

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